Llevo días con un come-come, mordiéndome la lengua, pero, como he llegado a la conclusión que si te callas las cosas, luego duele la tripa, pues voy a hablar y voy a dar mi opinión.
Hace 2 meses aproximadamente, se repatrió a un misionero contagiado de ébola, Miguel Pajares. Un misionero, que como tantos otros, han decidido poner su vida al servicio de personas necesitadas. Hasta aquí todo correcto, es decir, una persona que está fuera de España, que sufre una enfermedad prácticamente incurable, infecciosa y de alta mortandad, es repatriado para que muera en un hospital español, en vez de en uno africano. Por supuesto, a cargo de las arcas de nuestro Estado, es decir, que lo pagamos todos nosotros.
En septiembre, Cecilio López Tercero, un espeleólogo que estaba en una cueva en Perú, sufrió una caída dentro de la cavidad que estaba explorando. Esta caída le produjo una lesión que le impedía salir por sus medios aun con la ayuda del resto de la expedición. Perú es un país que no tiene un servicio de rescate de espeleología, por lo que, desde allí, es prácticamente imposible de rescatarlo. Automáticamente, desde España, se monta un dispositivo de rescate, en el que más de 50 espeleólogos, cargan su material propio y se van a rescatar a un amigo o un desconocido, pero un compañero al fin y al cabo. Se solicitó ayuda a Gobierno desde la Federación Madrileña de Espeleología, pero no consiguieron tal ayuda, es decir, que cada uno de esos espeleólogos, se pagó su viaje (y el de su material, que el peso es considerable). Para resumir, que este rescate lo pagó quien quiso pagarlo y si hubiese sido por los políticos de turno, Cecilio se hubiese muerto dentro de la cueva.
Al poco tiempo repatriaron a otro misionero con ébola, Manuel García Viejo, el cual también muere al poco de llegar a casa, bueno a un hospital de España. Este viaje, también lo pagamos entre todos.
De todo esto yo saco una conclusión. No todas las vidas valen lo mismo, es mejor traer a dos personas que sabes que no van a salvarse, que pueden contagiar a muchas otras personas (para muestra un botón) que a otro mucho más joven, que tiene una lesión de la que se recuperará y que no puede contagiar a nadie, porque lo poco que puedo saber de medicina, las lesiones en la espalda, no se pegan aunque no lleves traje especial.
Nada que objetar por lo primero y todo que decir por lo segundo.
Cuando he hablado con de este tema con algunas personas, he recibido la contestación de «oye, que ya sabía donde se metía». Y claro que Cecilio sabía donde se metía, y los misioneros también, que tienen muy claro que no son unas vacaciones al sol, y van por las motivaciones que cada uno tenga. A todas esas personas, les digo lo mismo, si algún día tienen un accidente de coche, puede que no vaya a nadie a rescatarlos, que ya saben donde se meten, que los coches son muy peligrosos.
Luego, nuestros mandatarios, se llenan la boca con la marca España, pues esa marca la hacemos nosotros, los de la calle, los que no tenemos escaños, los que nos arremangamos para hacer lo que hay que hacer, desde trabajar cada día a ir a salvar a alguien a la otra punta del mundo. Vergüenza debería darles a todos esos, ya que, por ellos, no somos mejores.
Y ya para terminar, que menuda chapa os he echado, la próxima vez que digan que España está en la élite mundial del deporte, no miréis al fútbol o al tenis, que hay un montón de deportes en los que los españoles destacamos y no hay ni un minuto de telediario mientras por un resfriado de un futbolista pueden alargarlo hasta 3 o 4.
Cecilio, recupérate pronto.