Si cierras los ojos mientras habla Luis Lezana, te parece estar oyendo al mismísimo Félix Rodríguez de la Fuente. Esa contundencia, esas pausas… Y hay una razón, se crió con él. Todos los de nuestra generación nos criamos con Félix, pero él se crió de forma física con él, no a través de la pantalla.
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