Aprender cosas importantes no tiene por qué ser aburrido. Y menos cuando hablamos de supervivencia, algo que puede salvarnos de un buen susto y que, además, se puede practicar jugando. En este post te proponemos cinco juegos que puedes hacer en familia, en casa o en el monte, para aprender sin darte cuenta (aunque te acabes dando cuenta de lo divertido que es).
1. «Exploradores en busca del punto seguro»
Este juego sirve para practicar orientación básica y localización de refugios improvisados.
Cómo se juega: Uno de los adultos elige un lugar seguro (una roca, un árbol grande, una zona con sombra…) y da pistas al resto para encontrarlo. Las pistas pueden ser direcciones sencillas («a la derecha del camino hasta una piedra grande») o acertijos. Los jugadores deben llegar sin perderse ni separarse del grupo. Para hacerlo más emocionante, se puede poner un tiempo límite o incluir retos intermedios (por ejemplo: encontrar tres elementos naturales por el camino).
Lo que aprenden: A observar el entorno, seguir indicaciones, reconocer refugios naturales y mantenerse unidos. Además, mejora la confianza en sus propias decisiones y fomenta la comunicación en grupo.
2. «Mensajes secretos de rescate»
La comunicación puede ser clave cuando hay que pedir ayuda.
Cómo se juega: Cada grupo debe dejar mensajes visibles para un equipo de «rescate» usando solo elementos naturales: ramas, piedras, hojas, dibujos en la tierra… Pueden dejar flechas, señales o escribir palabras fáciles como «ayuda» o «voy por aquí». Para hacerlo más realista, se puede establecer una zona delimitada y que los equipos se busquen entre ellos.
Lo que aprenden: A dejar pistas claras, pensar en cómo otros las entenderán y a colaborar. Este juego también ayuda a desarrollar la orientación espacial.
3. «Cazadores de pistas naturales»
Un juego para agudizar la vista y aprender a leer el entorno.
Cómo se juega: Se hace una lista de elementos que los jugadores deben encontrar en la naturaleza: huellas de animales, excrementos, una hoja roída, un nido, restos de comida natural, señales humanas (una botella, una pisada, una cuerda…). Pueden ir en parejas o grupos, y cada hallazgo debe explicarse: ¿qué crees que ha pasado aquí???
Lo que aprenden: A observar con atención, interpretar rastros y comprender cómo se mueven los animales (y las personas) por el monte.
4. «La mochila misteriosa»
Porque saber qué llevar también es parte de la aventura.
Cómo se juega: Se prepara una mochila con varios objetos: algunos útiles en una salida al monte (cantimplora, manta térmica, frontal, barrita energética…), y otros que no sirven de mucho (juguetes, libro enorme, un secador de pelo…). Los jugadores deben adivinar qué objetos se quedan y cuáles sobran, explicando por qué.
Lo que aprenden: A distinguir lo esencial de lo prescindible, a planificar y a pensar con sentido común.
5. «Sin perder el norte»
Ideal para familiarizarse con la orientación sin depender del móvil.
Cómo se juega: Marca en el suelo un punto de partida y elige un destino secreto. Cada jugador debe llegar hasta él usando solo indicaciones como «10 pasos al norte», «gira al este y avanza 5 pasos»… Se puede usar una brújula real o una de cartulina con los puntos cardinales marcados. Al final, se compara cuánto se han desviado del punto real.
Lo que aprenden: A orientarse con los puntos cardinales, seguir direcciones, y confiar en su percepción espacial. Además, pierden el miedo a «no saber dónde están» y aprenden que siempre hay manera de ubicarse.
Aprender jugando es cosa seria
Estos juegos no son solo para pasar un rato. Ayudan a crear recuerdos, confianza y habilidades reales. Y lo mejor: se puede repetir, cambiar, mejorar y adaptar a todas las edades. Puedes hacerlos en una tarde de lluvia en casa, durante una salida al campo o incluso como actividad en una fiesta de cumple temática aventurera.
Si te gustaría que tus hijos estuviesen formados en supervivencia te esperamos en la actividad de supervivencia en familia.
Porque aprender supervivencia no es solo preparar mochilas, también es reír, explorar y compartir.
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