Cuando hablamos de preparar una mochila de supervivencia, muchas veces pensamos en linternas, navajas y botiquines. Pero hay algo igual de importante que a veces dejamos para el final: la comida. Porque sí, estar preparado también significa tener algo que echarse al estómago cuando las cosas se complican.
Y no, no hace falta que empieces a comprar raciones militares ni que te conviertas en chef de la escasez. Con un poco de sentido común y organización, puedes montar una reserva de comida para tu mochila de supervivencia que sea práctica, duradera y hasta sabrosa.
Qué buscamos en una comida de emergencia
No toda la comida sirve para una situación de supervivencia. Necesitamos alimentos que cumplan unos requisitos muy concretos:
- Que pesen poco
- Que se conserven sin necesidad de frío
- Que aporten energía suficiente
- Que sean fáciles de preparar o se puedan comer tal cual
- Que no ocupen mucho espacio
- Y si encima están ricos, pues mejor todavía
Esto no es una lista gourmet, es una cuestión de lógica. Imagina que tienes que salir de casa con prisa por un corte de carretera o un apagón prolongado. Lo último que quieres es una mochila que pese como un muerto o que lleve latas que necesitas abrir con herramientas medievales.
Alimentos que sí (y por qué)
Aquí va una selección de comida ideal para tu mochila de supervivencia. Todas cumplen con las características anteriores y además tienen la ventaja de que se encuentran fácilmente en cualquier supermercado:
- Frutos secos y mezclas tipo trail mix: ligeros, energéticos y con muchas calorías por gramo. Puedes hacer tus propias mezclas con nueces, almendras, pasas, chocolate negro, semillas…
- Barritas energéticas: ojo, no todas valen. Mejor si tienen ingredientes reconocibles y no parecen sacadas de un laboratorio. Las caseras con avena, miel y frutos secos son un acierto.
- Conservas pequeñas: latas de atún, sardinas, fabada o patés. Elige formatos individuales y abre-fácil. No te líes con latas de medio kilo, que pesan más de lo que alimentan.
- Fruta deshidratada: mango, plátano, manzana… endulzan la mochila y aportan azúcares rápidos. Además, ocupan poco espacio y duran mucho.
- Sopas o cremas instantáneas: basta con añadir agua caliente. Son reconfortantes y ocupan poco. Lleva también una taza plegable o termo pequeño.
- Chocolate: fuente de energía rápida y, seamos sinceros, un pequeño capricho en momentos duros puede ser un gran consuelo.
- Pan tipo marineras o crackers: duran meses y sirven de base para muchas combinaciones. También puedes incluir pan ácimo o biscotes.
- Café soluble, infusiones, leche condensada o caldo en polvo: sí, también cuentan como comida en ciertas circunstancias. Aportan confort, calor y a veces un empujoncito emocional que viene de maravilla.
Alimentos que no son tan buena idea
Aunque parezcan buena opción, hay algunos alimentos que es mejor dejar fuera de la mochila de supervivencia:
- Latas grandes y pesadas: dificultan el transporte y rara vez se consumen de una sola vez, con lo que se desperdician.
- Alimentos que requieren mucha cocción o agua: arroz, pasta o legumbres secas. Guardarlos para la despensa de casa, no para la mochila.
- Quesos blandos o embutidos sin curar: se estropean rápido sin refrigeración y pueden dar problemas si pasan horas al sol.
- Snacks muy salados: aumentan la sed, y el agua en una situación de supervivencia es oro líquido.
Trucos para organizar la comida en la mochila
Una vez tienes tu selección de alimentos, toca guardarlos bien. Aquí van algunos consejos prácticos:
- Divide por raciones individuales: más fácil de repartir y controlar. Evita los paquetes familiares.
- Usa bolsas zip o al vacío: ahorran espacio y protegen del aire y la humedad.
- Etiqueta con fecha: para saber cuándo toca rotar o renovar.
- Haz revisiones periódicas: una vez al año es suficiente. Aprovecha para comerte lo más viejo y reponer lo nuevo.
Bonus: ideas para preparar snacks caseros
Si te gusta la cocina, puedes preparar tú mismo parte de la comida de supervivencia. Aquí van algunas ideas fáciles y prácticas:
- Barritas caseras: avena, miel, plátano y frutos secos. Se hornean y aguantan semanas.
- Galletas de emergencia: con harina, manteca y un toque de sal. Pueden durar meses si las guardas bien.
- Mezclas personalizadas: crea tus propios trail mix con los sabores que más os gusten en casa.
Que no te pille el estómago vacío
Preparar una buena comida para tu mochila de supervivencia no tiene por qué ser complicado ni caro. Con productos fáciles de encontrar y un poco de planificación, puedes estar listo para cualquier imprevisto sin caer en el drama. Al fin y al cabo, no se trata de sobrevivir como en una peli apocalíptica, sino de estar un paso por delante con cabeza y tranquilidad.
Y recuerda: una buena comida puede marcar la diferencia cuando toca salir del paso.
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